Un año más vamos a celebrar el día 1º de mayo, una fecha que nos invita a reflexionar sobre nuestra historia como Clase Trabajadora, en la que todo lo que buscamos es un trabajo decente, una sociedad más justa y una economía igualitaria, que nos permita vivir con dignidad.
Bien sabemos que, en la lucha de la vida cotidiana, a menudo bajo un sol ardiente, con lluvia, en la oscuridad de la noche, madrugando a primera hora para ir a trabajar o a buscar un trabajo, en un intento siempre de sostenerse o de mantener a una familia, nos damos cuenta de que no estamos solos. Hay decenas, cientos, miles, millones de personas como nosotros que solo toman un sorbo de café, agua o incluso nada a lo largo de todo el día, teniendo por lo tanto el estómago vacío y simplemente salen cada día, con la esperanza de mantener la dignidad como trabajadores y trabajadoras, en este mundo en el que vivimos con tantas desigualdades; y es imposible no preguntarse: ¿Por qué hay POCOS con mucho y MUCHOS con tan poco, eh Dios mío? ¡Si este mundo es, de alguna manera, de TODOS!
En nuestro viaje como Movimiento Mundial de los Trabajadores Cristianos a lo largo de estos 50 años de vida, mantener firmemente la misión que Jesucristo nuestro Padre nos encomendó no ha sido fácil, pero nosotros lo hacemos posible. ¡Somos luchadores! Ya nacimos luchando para sobrevivir y durante esta supervivencia hemos intentado mantenernos firmes en la lucha en nuestro trabajo de formación para una acción conjunta y colectiva dentro de la Clase Trabajadora, en la Luz del Evangelio. Para hacer que nuestro trabajo, basado en el método de "VER, JUZGAR Y ACTUAR", unido a la reflexión sobre los cuatro pilares de una sociedad: Ideología, Economía, Política y Social, nos proporcione una visión general de cómo podemos fortalecer nuestra lucha, interactuar e intervenir en nuestra realidad en el mundo del trabajo y en la vida cotidiana de los hombres y mujeres trabajadores.
Y, como MMTC, somos conscientes de que cualquiera de nosotros puede sentirse derrotado con el desempleo, las crisis económicas, políticas, sociales e incluso la de la autoestima, no podemos olvidar que esto es parte de la vida. Pero esto no hará que se consuman nuestras fuerzas, sueños y el don de la vida misma que se nos ha ofrecido voluntariamente y con amor, y esa es la forma que entendemos que el amor humano de Dios se multiplica para todas las personas que luchan por el derecho de la dignidad humana. Somos conscientes también de que a pesar de la amargura que golpea a la gente por saber que estamos siendo explotados por este sistema tan feroz y que nos maltrata, no podemos sino creer que la vida va a mejorar. Siempre debemos creer que hemos sido llamados a ser ganadores, aunque muchas veces estemos inundados de tantas derrotas, no nos olvidaremos: NO ESTAMOS SOLOS, SOMOS MUCHOS y hay que seguir luchando por un trabajo, alimentos, un hogar, educación, salud, respeto, dignidad y muchas otras cosas. Por encima de todo ¡HAY QUE SEGUIR PARA LUCHAR POR LA VIDA!
¿Cuántos de nuestros compañeros y compañeras del mundo del trabajo se han suicidado o han muerto en terribles condiciones laborales, han sido despedidos de sus actividades debido a que las máquinas les han reemplazado, con enfermedades como la depresión y muchos otros? Es porque cuando buscamos ayuda en nuestras familias, amigos, refugios e incluso en otros países, no estamos buscando solo un espacio, un abrazo o ayuda, sino la dignidad y la continuación de nuestro sentido de pertenencia a la humanidad. Toda la discriminación es inaceptable y luchar contra todo lo que se nos oprime es un deber. El Mundo es nuestra casa común, es la casa de todos y para todos. Ahí es donde extraemos nuestros medios de vida, es donde criamos a nuestros hijos, visitamos a nuestros padres, confraternizamos con amigos, damos las gracias a Dios y trabajamos para sobrevivir cada día.
¡La vida es el trabajo y el trabajo es la vida! La perseverancia de las luchas de la vida cotidiana es algo que despierta en nosotros muchas reflexiones, como MMTC, y nos impulsa a ser trabajadores creativos, incansables, leales a la Clase Trabajadora en la lucha por nuestros derechos. A pesar de la amargura de tantas derrotas en la vida cotidiana, debemos tener confianza seamos siempre confiados, esperanzados y persistentes en nuestra lucha, especialmente por una sociedad más justa e igualitaria.
Nuestro viaje continúa, compañeros y compañeras, contra todo el sistema que oprime y excluye a los trabajadores de sus derechos.
MOVIMIENTO MUNDIAL DE TRABAJADORES CRISTIANOS