Bajo el lema “Construyamos una sociedad justa, fraternal y sostenible” se han realizado en Haltern am See del 17 al 24 de Julio de 2013 el Seminario Internacional y la Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC). Han sido 8 días de encuentro, de compartir la vida, de intensos momentos de intercambios y debates, vividos desde una auténtica solidaridad y fraternidad por 163 delegados y delegadas de 44 movimientos nacionales presentes en los continentes África, América, Asia y Europa, rompiendo cualquier barrera de lengua, raza o cultura.
El trabajo realizado en los grupos ha posibilitado: compartir a nivel mundial la situación actual de los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras, tomar conciencia de cómo son vulnerados sistemáticamente, iluminar esta realidad desde el evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia y formular unas pistas de acción a nivel internacional. Todo esto ha permitido que los delegados presenten su vida y la de sus movimientos, descubran otras realidades, analicen problemas comunes y se comprometan a llevar acabo algunas acciones.
La exposición de las situaciones por parte de los diferentes delegados nos muestra una realidad donde se constata el sufrimiento de muchas familias trabajadoras en todos los continentes. Una humanidad que sufre dolor porque los derechos más fundamentales no son respetados. Así hemos constatado que esta crisis económica y financiera ha provocado: La pérdida de derechos sociales que ya habían sido ganados. Un aumento del desempleo y una precarización de este, trabajadores inmigrantes en situaciones de esclavitud, empleadas de hogar en todo el mundo que no son reconocidas como trabajadoras, con sueldos míseros y jornadas de trabajo interminables, jóvenes que no pueden construir un futuro por no tener oportunidades laborales.
Millones de trabajadores carecen de seguridad social y/o de una protección social adecuada. Especialmente alarmante es la falta de asistencia médica de personas inmigrantes en situación de ilegalidad, o la generación de trabajadores que cuando acaban su período de jubilación están mal viviendo con pensiones miserables. También observamos una creciente privatización de los servicios públicos como la salud, educación, la asistencia jurídica.
Hemos compartido que estas situaciones están provocadas por:
UN MODELO ECONOMICO CONTRARIO A LOS DERECHOS SOCIALES que supone una mercantilización de los trabajadores y de la vida social, y un dominio de la economía financiera sobre la economía productiva. Es un modelo que absorbe los recursos necesarios para dedicarlos a la rentabilidad económica de unos pocos, sin control social y político.
UNA POLÍTICA SIN SENTIDO DE LA JUSTICIA Y LA FRATERNIDAD. Se constata una pérdida de poder de la sociedad civil, una pérdida de participación y decisión sobres los asuntos más fundamentales de nuestra vida social y familiar. Una política que ha puesto en primer lugar el afán de la acumulación de riquezas, que no solo pone en riesgo a miles de trabajadores sino también los recursos naturales de nuestro planeta. La acción política orientada hacia el bien común ha desaparecido y en ella se ha instalado la inmoralidad y la deshumanización.
UNA CULTURA SOCIAL CONTRARIA A LA FRATERNIDAD Y A LA SOLIDARIDAD, porque se fundamenta en relaciones humanas individualistas y consumistas y provoca miedo e indiferencia ante los acontecimientos de la vida y el sufrimiento de las personas, que nos paraliza haciéndonos creer que no existen alternativas. Una cultura que nos hace que parezca normal lo que es inmoral y que ha debilitado profundamente en nuestra sociedad el sentido de justicia, del bien común y del destino universal de los bienes. Es una cultura que debilita profundamente el reconocimiento práctico de los derechos sociales.
II. JUZGAR: COMO VALORAMOS LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS SOCIALESMarcos 10, 42-45:“Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos”. Los textos evangélicos y la Doctrina Social de la Iglesia ofrecen criterios claros para poder vivir y caminar hacia una sociedad fraternal y solidaria. Afirman que el reconocimiento práctico de los derechos sociales es fundamental para que una sociedad funcione. La dignidad de las personas y la justicia hacia los más empobrecidos de nuestro planeta requiere especialmente hoy, en este contexto de crisis, que las decisiones políticas y económicas estén orientadas hacia una mejor redistribución de los recursos para consolidar un desarrollo humano justo y sostenible.
El respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras es el criterio fundamental para organizar la vida económica, porque la economía debe estar al servicio de las necesidades de las personas, especialmente las más empobrecidas. Es un escándalo para la humanidad la situación actual de hambre y esclavitud que esta crisis está provocando a tantas colectividades de hombres y mujeres de todo el planeta. Hemos constatado que este sistema capitalista neoliberal impide la construcción de una sociedad justa, fraternal y sostenible. También como cristianos queremos hacer visible nuestra fragilidad como iglesia para responder con coherencia a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas más pobres de nuestras comunidades, ya que muchas veces nos hacemos cómplices de un modo de vivir individualista y consumista. Necesitamos mantenernos en un proceso de conversión permanente, y hacer visibles propuestas de vida a nuestros compañeros de trabajo, que hay otra manera de vivir, más solidaria, más humana y más fraterna.
III. ACTUAR: DEFENDER LOS DERECHOS SOCIALES DE LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS, ASÍ COMO DE TODAS LAS PERSONAS, ES UN DEBER DE JUSTICIAComo movimientos de trabajadores cristianos queremos avanzar en el reconocimiento práctico de los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras. Ante todo, defendiendo y extendiendo socialmente una nueva mentalidad, en nuestras familias, en las empresas, en las organizaciones sociales, políticas y sindicales, en nuestras comunidades eclesiales, luchando contra aquellos obstáculos individuales, ambientales y estructurales que impiden la fraternidad. Nosotros defendemos que:
- Hay recursos suficientes para todos, por tanto se trata de realizar una redistribución de la riqueza de manera más justa.Cada uno de nuestros movimientos y cada uno de nosotros y nosotras, como Iglesia, queremos participar activamente en esta tarea, por ello:
Estamos dispuestos a vivir nuestro compromiso social y político al servicio de las personas, en especial de los trabajadores más empobrecidos.Para ello debemos ser, como nos señala el papa Francisco I ”Una Iglesia pobre y para los pobres al servicio del mundo. Que el Señor nos ayude en este caminar, y además vivirlo con alegría”.
Asamblea del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos 24 de Julio de 2013 Haltern am See, Alemania