Trabajo digno y justo para todos, sin importar el color de piel, el sexo, la religión o el país de origen de la persona,es algo por lo que lucha el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) junto con sus movimientos.
Desde el año 1889 (establecimiento del 1º de Mayo como Día de los Trabajadores), muchos trabajadores y trabajadoras de todas partes del mundo salen a las calles el 1º de mayo para conmemorar la lucha que logró que los sindicalistas en Chicago obtuvieran condiciones de trabajo mejores y más dignas y en la que varios manifestantes perdieron la vida. Con este llamado, el MMTC quiere recordar lo poco que desde entonces han cambiado las cosas en algunas partes del mundo y la importancia de seguir comprometiéndose activamente para mejorar la situación.
A pesar de las muchas declaraciones y reivindicaciones por un trabajo digno, presentadas por ejemplo en las encíclicas sociales de los Papas, en numerosas publicaciones de la OIT y en muchos otros documentos, la explotación y las condiciones de trabajo similares a la esclavitud siguen siendo frecuentes. La mayoría de las personas en los países pobres trabajan sin ningún tipo de reglamentación relativa a la jornada laboral, la seguridad en el trabajo, la protección social y la remuneración.
Así por ejemplo, a una empleada en una familia adinerada en Malí le prometieron entregarle su salario al final del año. Sin embargo, llegado el momento, le dijeron que había roto tantas cosas (vasos, vajilla), que ya no quedaba nada del dinero de su salario para pagarle. Ella trabajaba 7 días a la semana y debía estar disponible todo el tiempo. Al final, había trabajado un año entero sin ganar sueldo. Este ejemplo representa a muchas personas en todo el mundo. Los movimientos miembros del MMTC sacan a la luz pública este tipo de situaciones, las registran en las instituciones del Estado (policía) y ayudan a que las víctimas se movilicen con el objetivo de mejorar su situación.
Hay muchos países en los que se ignora por completo la reglamentación al convertir a los empleados en trabajadores “independientes”, que siguen siendo igual de dependientes que antes, pero que en cambio no tienen casi derechos. Un ejemplo de esto son los conductores que entregan paquetes que deben comprar su propio vehículo y asumir todos los riesgos que eso implica. A menudo conducen más de 10 horas al día y con dificultad logran alimentar a una familia. Si tienen algún problema con el auto, se ven obligados a pedir un préstamo, volviéndose aún más dependientes que antes.
Sin embargo, el mayor escándalo es que millones de personas estén fuera del mercado laboral, pues a pesar de realizar grandes esfuerzos, no logran encontrar un puesto de trabajo. En el sur de Europa, la mitad de los jóvenes están desempleados. Si quieren conseguir puesto, con frecuencia deben aceptar malas condiciones de trabajo o irse a otro país.
Se sabe que en Asia, además de que los salarios son muy bajos, hay heridos graves por la falta de seguridad industrial. En muchas fábricas textiles no existe ningún tipo de protección contra incendios, y en las tintorerías, muchos empleados trabajan con las piernas desnudas en líquidos químicos.
En Perú, los trabajadores intentan impedir que se abra una mina que amenaza con causar enormes daños ambientales, y de cuya explotación sólo se pueden esperar salarios bajos. Ahora la multinacional americana ha demandado al estado, y como éste había firmado un acuerdo de protección de inversiones, tendrá que indemnizar a la empresa. Así que el gobierno peruano, en nombre de dicha multinacional, hace que la policía persiga a estos trabajadores, varios de los cuales han muerto durante las manifestaciones. ¿Esto es lo que llamamos justicia?
Y así podríamos seguir citando muchos otros ejemplos.
Las ganancias y el dinero cuentan mucho más que la naturaleza y la dignidad de la gente. Las multinacionales no tienen el más mínimo interés en las personas, a las que sólo ven, o como productores (trabajadores), o como consumidores (que compran bienes). Qué dice el Papa de nuestra economía:
“Así como el mandamiento de “No matar” establece un limite claro que asegura el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir No a una economía de exclusión y desigualdad de ingresos. Es una economía que mata. Es increíble que no se haga noticia cuando un anciano, que se ve obligado a vivir en la calle, muere de frío, mientras que una baja (o caída de precios de las acciones) de 2 puntos en la bolsa, sí aparezca en los titulares”. (Evangelii Gaudium Nr.53).
Dejémonos inspirar por nuestro Papa. Los movimientos del MMTC luchan por esto, para que todos sean considerados con su dignidad y su alma como criaturas de Dios, y no sólo como materia disponible para servirle a ricos y poderosos. Apoyemos reglas mundiales que permitan llevar una vida digna.
Unámonos para luchar juntos por
- Un salario justo
- Dignidad, fraternidad y solidaridad
En resumen: Construyamos una sociedad justa, fraternal y sostenible.
MOVIMIENTO MUNDIAL DE TRABAJADORES CRISTIANOS
2 de abril de 2015