"Quiero ver el derecho brotar como fuente y correr la justicia como arroyo que no se seca ..."
(Am 5, 24).
El 7 de octubre tiene que ser un marco imperativo en la lucha por el trabajo digno, tal como lo propone la OIT- Organización Internacional del Trabajo. A la vista de los avances de la tecnología, afirmamos que el trabajo, hoy y en el futuro, puede ser ejecutado en libertad y con creatividad, tiene que corresponder a las necesidades de las personas y de las comunidades, necesita respetar el ambiente y los recursos naturales y debe ser factor de cohesión, integración y justa repartición de la riqueza.
Nosotros, militantes del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos MMTC, manifestamos nuestra preocupación, nuestra indignación y nuestro desasosiego frente a la manera como las clases dominantes, políticas y económicas, conducen a las crisis sociales y laborales que asolan a los trabajadores en el mundo y afectan a la población sin distinción, pero sobre todo a los más empobrecidos. Con las altas tasas de desempleo, con empleos cada vez más precarios, con los derechos laborales y la protección social en regresión en tantos países e inexistentes en muchos otros, somos voz de denuncia y de compromiso en el combate a la devaluación del trabajo humano y al descarte de los trabajadores y trabajadoras.
La desigualdad socioeconómica, en estos últimos años, se ha agravado significativamente. Trabajadores que en parte habían superado a la miseria y la pobreza, hoy están volviendo a la seguridad social. Se percibe que, junto con la desigualdad social, la violencia tiende a aumentar, la violencia de todos los tipos en las sociedades; contra la persona y la vida; contra las familias; tráfico de drogas, armas y otros negocios ilícitos; excesos en el uso de la fuerza policial; corrupción, evasión fiscal; "mala administración" de los bienes públicos; abuso del poder económico y político; el poder manipulador de los medios de comunicación y los crímenes ambientales.
El Papa Francisco, hace fuerte observación a lo que viene sucediendo en relación a la prioridad dada al dinero, al consumo, a los bienes materiales, que contrasta fuertemente con el desprecio y abandono en relación a las personas ya sus familias. Creemos que no es justo someter / esclavizar, el Estado de Derecho al mercado neoliberal en nombre de la reanudación del desarrollo. Cuando es el mercado que gobierna, el Estado se vuelve débil y termina sometido a una perversa lógica del capital financiero. Como nos advierte el Papa Francisco, "el dinero es para servir y no para gobernar" (Evangelii Gaudium 58).
En el esfuerzo de superación del grave momento vivido por la clase trabajadora actual, son necesarios cambios que se legitiman cuando obedecen a la lógica del diálogo con toda la sociedad, teniendo en vista el bien común. Los movimientos sindicales, sociales y populares, como todas las instituciones que luchan en favor de las poblaciones más pobres y excluidas, que están siendo criminalizadas y falsamente denunciadas, son fundamentales para estos cambios. La creación de redes y asociaciones nos hace más fuertes, más incisivos y eficientes en la intervención cívica.
Como Movimiento de Formación y Evangelización, creemos que el derecho a un ingreso mínimo (básico), contribuirá a que el trabajador tenga mejores condiciones de negociar en el mercado de trabajo, teniendo íntima relación con el derecho al trabajo digno. Esta renda mínima (básico) debe ser asumido por los Estados, como un derecho accesible y sin restricciones, a quien no tiene trabajo. Este derecho permitiría que trabajadores y trabajadoras no necesitasen someterse a ciertos tipos trabajo para obtener algún ingreso. Con un ingreso mínimo (básico), este trabajador tendría la capacidad de elegir mejor donde trabajar, pudiendo rechazar ocupaciones precarias y de baja remuneración.
Como Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, reafirmamos nuestro compromiso de continuar firmes en la misión a través de reflexiones, propuestas y acciones, en el compromiso con los trabajadores, principalmente con aquellos de trabajos precarios, mal remunerados, con los desempleados, los más empobrecidos y excluidos, en la promoción de la vida digna y de la "vida en abundancia".
Estamos llamados a mantenernos fieles al Evangelio, que nos impulsa a denunciar y luchar contra todas las injusticias estructurales e históricas, sobre todo en la gran deuda social en relación a los más débiles y vulnerables. Así es como renovamos constantemente el compromiso de llevar el Evangelio al Mundo del Trabajo.