“Después, de la costilla que había sacado al hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. Entonces éste exclamó: Ahora sí; esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne; por eso se llamará varona, porque el varón ha sido sacada. Por esta razón deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos se hacen uno solo”
"Al crear al ser humano hombre y mujer, Dios confiere la dignidad personal de manera idéntica a uno y a otra" (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2393). Esto significa que Dios, al conceder igual dignidad a hombres y mujeres, nos invita a construir juntos una comunidad humana en dignidad.
A pesar de que en 1975, las Naciones Unidas proclamaron el 8 de marzo como “Día Internacional de la Mujer” y que ya llevamos casi 20 años del siglo XXI, la violencia y la discriminación contra las mujeres persiste en la posición social, en las oportunidades y el tratamiento. Incluso en los países democráticos en los que se supone que la ley garantiza la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, los medios de comunicación siguen denunciando la existencia de violaciones y ataques contra las mujeres.
El problema radica en la normalidad con la que se asume esta situación. Así en las familias, en los lugares de trabajo, en los barrios…la violencia y el acoso sexual las deja indefensas; y en nombre de la tranquilidad del sistema y la prosperidad económica, se sigue explotando física y moralmente a las trabajadoras sin fuerzas para resistir.
Todo esto demuestra que, para cambiar esta cultura de la violencia contra las mujeres, aún nos queda un largo camino por recorrer. Y lo primero es desarrollar una lucha solidaria por la justicia y la liberación para recuperar nuestra identidad y la dignidad como “rostro de Dios”
Para que se oiga nuestra voz necesitamos organizarnos localmente, a nivel nacional e internacional, en grupos, actuando solidariamente y contribuyendo al establecimiento de una verdadera política de protección a las mujeres afectadas por la violencia doméstica, la discriminación, el acoso sexual, las desigualdades salariales, la precariedad laboral, la temporalidad, con bajos salarios que no les permiten subsistir.
En este Día Internacional de la Mujer exigimos medidas concretas contra estas injusticias: la educación sexual que sensibilice sobre la igualdad de género y denuncie la irracionalidad de ciertas prácticas hacia las mujeres (como la escisión de niñas, por ejemplo), la esclavitud femenina, el trabajo forzado de las niñas, el matrimonio forzoso de las jóvenes migrantes.
“Jesús dijo a su madre: ‘Mujer, ¿qué quieres de mí? Aún no ha llegado mi hora’. Su madre dijo a los sirvientes: ‘Todo lo que él os diga, hacedlo’” (Juan 2, 4-5)
Al responder Jesús positivamente a la petición de su madre, el Evangelio nos dice que María era un ser iluminado y que cumplió un papel activo. La mujer no es un ser débil e insignificante, sino un ser respetable que cumple en la sociedad un rol específico que solo ella puede cumplir.
Mensaje escrito por el Movimiento Obrero Coreano
(30 de enero de 2019)
MOVIMIENTO MUNDIAL DE TRABAJADORES CRISTIANOS