El equipo ejecutivo de la LOC/MTC (Liga Obrera Católica/Movimiento de Trabajadores Cristianos de Portugal) y la comisión permanente de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) ha mantenido su encuentro anual de coordinación durante los días del 17 al 19 de febrero en Burgos para compartir y analizar conjuntamente la vida y acción de los militantes –hombres y mujeres- de ambos movimientos y la situación del mundo del trabajo y de la Iglesia en ambos países.
Como punto de partida, hemos constatado la similitud de ambos países respecto a:
- las altas tasas de desempleos existentes, que han crecido este último año y vemos con preocupación que las perspectivas son de un continuo aumento.
- las últimas reformas laborales no han frenado la destrucción de empleo, sino que han generado el empeoramiento de las condiciones de trabajo, inestabilidad laboral y retrocesos en la negociación colectiva…
- los salarios indecentes, muchas veces de miseria, están abocando al crecimiento de una bolsa de trabajadores pobres, pese a su trabajo
- campañas de descrédito hacia las organizaciones de los trabajadores
- esta situación ha hecho que el poder adquisitivo de los trabajadores baje y condicione sus vidas teniendo que renunciar a niveles de vida mínimamente dignos.
- se ha generado un aumento en la inseguridad, la sensación de miedo e incertidumbre al futuro…
- miles de jóvenes cualificados de ambos países tienen que marchar a otros países y dejar su tierra y su familia para buscar un futuro
La realidad que vivimos no deja duda. La manera en cómo organizamos nuestra vida social no tiene al ser humano como centro de la misma: la persona no es lo primero, sino la rentabilidad económica. La consecuencia es evidente: los hombres y las mujeres del mundo del trabajo, especialmente las personas y las familias más débiles y excluidas, son las víctimas sobre quienes recae el peso de las consecuencias de la crisis. Los últimos casos conocidos de corrupción en diversas organizaciones económicas y políticas desengañan a la sociedad. El hambre, las depresiones, los suicidios… son consecuencias dolorosas de un sistema económico y social capitalista neoliberal salvaje, que estructuralmente es injusto y se aleja del plan de Dios de un mundo de hermanos y hermanas. La Iglesia es muy clara en este sentido y nos recuerda en el Catecismo que “los traficantes cuyas prácticas usurariasy mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Éste les es imputable.” (CIC 2269)
Las políticas de privatización y austeridad impuestas por la Unión europea y los poderes económicos financieros, a las que nuestros gobiernos se han plegado de manera absoluta, no han resuelto el problema del déficit público y del pago de la deuda. Entendemos que una de las causas principales de esta situación de empobrecimiento vertiginoso de personas y familias enteras, son las decisiones políticas que se están tomando y sus desastrosas consecuencias.
Esta realidad nos hace preguntarnos qué Europa tenemos hoy y qué Europa queremos y debemos construir. ¿Una Europa con países ricos y pobres?, ¿donde no hay respeto por los derechos sociales alcanzados con mucho esfuerzos del movimiento obrero y de tantos hombres y mujeres que empujaron la historia para lograrlos?
Esta realidad social genera mucho sufrimiento. Muchas personas necesitan experimentar que las cosas pueden cambiar y que sus vidas y las de sus familias pueden configurarse de otra manera; sentir que la fraternidad y la comunión cimientan las relaciones personales y sociales; comprobar que el sistema político, las instituciones, las leyes y las decisiones políticas y económicas buscan el bien común; comprobar que son protagonistas de sus vidas… Realmente necesitan, necesitamos, una Buena Noticia para los pobres. Entendemos que la situación es tan urgente para tantas familias, que la respuesta inmediata es necesaria, pero no podemos contentarnos con estas respuestas. La caridad necesita de la justicia para ser verdadera caridad. Hemos de analizar las causas de esta situación de empobrecimiento para combatirlas e intentar revertir esta situación de retroceso de los derechos sociales y de quiebra de la democracia.
Como movimientos de Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, queremos dar a conocer y experimentar la Buena Noticia de Jesucristo al hilo de la realidad que estamos viviendo. Desde nuestra conciencia de trabajadores y trabajadoras cristianos, nos preguntamos qué está ocurriendo con la vida social y la acción política que, lejos de responder a las necesidades de toda la persona y de todas las personas, las está empobreciendo y deshumanizando. Pese a ello, necesitamos decir alto y claro que otra política es posible y necesaria.
Jesús de Nazaret nos invita una y otra vez en el Evangelio a estar al lado de los más necesitados, a fijarnos en los últimos, a acercarnos a los que están “sentados junto al camino” (Lc 18, 35)por eso desde el Evangelioqueremos anunciar que sí es posible construir una vida social y desarrollar una acción política que realmente ponga a todos los hombres y mujeres en el centro de la misma, que afirme que la persona es lo primero. Y eso supone orientar nuestras vidas, personal y socialmente, y la actividad política desde la comunión, desde las necesidades de los empobrecidos.
Manifestamos, igualmente, que Dios actúa en esa misma realidad. Muchas iniciativas de personas y organizaciones sociales, políticas y sindicales, nos muestran otra manera de construir dicha realidad desde la acción política. Es posible el cambio. Junto a los vientos de empobrecimiento y deshumanización, se abren paso brisas de solidaridad, transformación y esperanza. Los y las militantes de nuestros movimientos queremos seguir atentos a todas las personas y sus acontecimientos, celebrando y viviendo la fuerza del Resucitado para seguir trabajando por una acción transformadora del mundo obrero y del trabajo.
Burgos, 19 de febrero de 2013.