El “Día Internacional de la Mujer”, que tiene su origen en un hecho trágico del 8 de marzo de 1908, lo volvemos a recibir en el 2022 en medio de una pandemia sanitaria que ha generado estragos en las economías y sociedades del mundo, y, que al mismo tiempo, nos ha visibilizado las desigualdades estructurales en el desarrollo de todos los ámbitos de nuestras vidas.
En este particular tiempo de crisis, las mujeres han estado en primera línea dentro y fuera del hogar. En el ámbito privado, más del triple de las horas de trabajo de cuidado no remunerado ya recaían sobre sus espaldas, la pandemia las aumentó; y, en el ámbito social, su rol ha sido fundamental para atender los comedores populares, las ollas comunes, la autoorganización vecinal, la promoción de la salud en los vecindarios, aun cuando los recursos personales y la capacidad institucional han sido limitados y los derechos reconocidos también se han visto amenazados. A pesar de esta labor de las mujeres, se desarticularon los sistemas sociales, los de protección y las llamadas de auxilio, las denuncias por violencia y el abuso sexual aumentaron. Las mujeres quedaron a merced de la violencia doméstica en condiciones de mayor vulnerabilidad, produciéndose un repunte de feminicidios como la expresión más cruenta contra ellas.
La Iglesia y el mundo esperan mucho de nosotros. Empiezo con esta afirmación porque estamos viendo el esfuerzo y compromiso de nuestro Papa Francisco en hacer que la gran comunidad de seguidores del Proyecto de Jesús se una alrededor de él, comprenda la dimensión de esta propuesta que va mucho más allá de quienes confiesan nuestro credo, que alcanza a todos los trabajadores y trabajadoras del mundo y en todos los rincones del planeta, esta Casa nuestra, hoy peligrosamente amenazada por la enfermedad del consumismo, la codicia, del negacionismo, la intolerancia, frutos podridos del egoísmo, este mal que fue tan combatido por aquel que, por Amor, dio su vida por todos nosotros y nosotras.
Son tiempos realmente extraños los que vivimos, tristes por el número de muertes resultantes de una pandemia, pero también tristes por la precariedad en la que viven los millones de víctimas del desempleo, agravada por la enfermedad, pero también por los mecanismos de concentración de la riqueza de los poderosos. Nos entristece profundamente ver a millones morir de hambre, a pesar de todos los avances tecnológicos en la producción de alimentos, más nos entristece el desperdicio. Qué inquietante es ver a familias enteras moviéndose sin rumbo, desesperadas, asustadas por conflictos étnicos, religiosos y políticos, en busca de un lugar donde puedan tener paz; familias bloqueadas por alambradas de púas, cercas electrificadas, policías con chorros de agua y perros que asustan, humillan y matan. Este espantoso escenario que estamos viendo, diseñado por un proyecto de muerte y producido por un sistema que nada tiene que ofrecer a la humanidad, también está herido de muerte, como la Madre Tierra, agoniza; pero la Madre se recuperará, a pesar de las heridas, pues el sistema perverso pasará, como han pasado otros.
Hoy, según datos de la ONU, nunca ha habido tantas personas en el mundo que se desplazan y viven fuera de su lugar de origen. En 2019, había 272 millones de migrantes en el mundo, 51 millones más que en 2010. ¿Es esto un problema? ¡No, todo lo contrario!
La migración es una oportunidad histórica para propiciar encuentros, enriquecerse culturalmente, intercambiar habilidades entre pueblos y ciudadanos del mundo para progresar juntos y enfrentar los grandes desafíos de la humanidad. La pandemia que estamos viviendo muestra que los migrantes a menudo aportan sus habilidades para hacerle frente, en particular trabajando en los servicios de salud, el transporte, la restauración y numerosos servicios personales. No olvidemos que los migrantes son ante todo trabajadores. Ellos, son nuestros hermanos y hermanas.
Muchos economistas están de acuerdo en que la migración suele ser una oportunidad para la economía del país anfitrión.
Y, sin embargo, las noticias recientes nos envían imágenes aterradoras. El mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para las personas que huyen de la pobreza y las guerras. En todo el mundo, los migrantes son señalados, arrestados, perseguidos, acosados. Todavía tenemos en mente las imágenes de la policía arrancando las lonas de las tiendas de campaña de los migrantes en varias ciudades de Francia, como Calais, ¡pero también en París! Nos horroriza ver a mujeres, hombres y niños durmiendo a la intemperie en la frontera de Polonia y Bielorrusia. Europa tiene el deber de la hospitalidad. Sin embargo, hoy en día, se utiliza a los migrantes como chivos expiatorios. Esto es útil para ocultar a los realmente responsables de las crisis sociales y ambientales, los que dirigen un sistema en el que la ganancia financiera predomina sobre los humanos.
En lugar de fomentar la bienvenida y conocer a las personas, en muchos lugares se están construyendo muros. Hoy, hay más de 1.000 kilómetros de murallas en Europa y el mundo nunca ha visto construirse tantas. Como si los países más ricos estuvieran tratando de atrincherarse contra los más pobres.
Somos movimientos de trabajadores y trabajadoras. Somos muy conscientes de que la precariedad en la que se encuentran las poblaciones migrantes les obligan a trabajar en condiciones laborales a menudo indignas. Esta situación también sirve para cuestionar los beneficios sociales de los trabajadores en el país de acogida y para dividir a los trabajadores entre ellos. ¡Actuar por y sobre todo con los migrantes también significa actuar por los derechos de todos los trabajadores! Así lo recordaron en Francia los trabajadores indocumentados que se atrevieron a ir a la huelga en noviembre de 2021, con su sindicato para exigir la regularización de su situación.
También pensamos en todos los y las militantes de los movimientos del MMTC que trabajan con migrantes. Así, lo explican, militantes de la ACO en Burdeos, Francia, de por qué están involucrados: “Esta falta de humanidad nos golpea profundamente, porque la dignidad de estas personas ha sido violada. Nuestros compromisos de fraternidad, de apoyo con las asociaciones se refuerzan ante la violencia con la que se trata a los seres humanos”. En otras ciudades de Francia, como Calais, en la región de París, en el sur de Francia, etc. los y las militantes están tomando medidas.
Hermanas, hermanos, queridos poetas sociales:
1. Queridos Poetas Sociales
Así me gusta llamarlos, poetas sociales, porque ustedes son poetas sociales, porque tienen la capacidad y el coraje de crear esperanza allí donde sólo aparece descarte y exclusión. Poesía quiere decir creatividad, y ustedes crean esperanza; con sus manos saben forjar la dignidad de cada uno, la de sus familias y la de la sociedad toda con tierra, techo y trabajo, cuidado, comunidad. Gracias porque la entrega de ustedes es palabra con autoridad capaz de desmentir las postergaciones silenciosas y tantas veces educadas a las que fueron sometidos —o a las que son sometidos tantos hermanos nuestros—. Pero al pensar en ustedes creo que, principalmente, su dedicación es un anuncio de esperanza. Verlos a ustedes me recuerda que no estamos condenados a repetir ni a construir un futuro basado en la exclusión y la desigualdad, el descarte o la indiferencia; donde la cultura del privilegio sea un poder invisible e insuprimible y la explotación y el abuso sea como un método habitual de sobrevivencia. ¡No! Eso ustedes lo saben anunciar muy bien. Gracias.
Gracias por el vídeo que recién compartimos. He leído las reflexiones del encuentro, el testimonio de lo que vivieron en estos tiempos de tribulación y angustia, la síntesis de sus propuestas y sus anhelos. Gracias. Gracias por hacerme parte del proceso histórico que están transitando y gracias por compartir conmigo este diálogo fraterno que busca ver lo grande en lo pequeño y lo pequeño en lo grande, un diálogo que nace en las periferias, un diálogo que llega a Roma y en el que todos podemos sentirnos invitados e interpelados. «Para encontrarnos y ayudar mutuamente necesitamos dialogar» (FT 198), ¡y cuánto!
- Detalles
ORACIÓN
JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE
(7 DE OCTUBRE DE 2021)
PARA AYUDARNOS EN LA ORACIÓN
Señor, Tú el Dios de la JUSTICIA, en esta jornada mundial por el trabajo DECENTE, queremos pedirte TU APOYO, para que podamos ser hombres y mujeres con CORAJE, ¡especialmente en estos tiempos de crisis!
Señor, Tú el Dios del BIEN, en esta jornada mundial por el trabajo DECENTE, queremos implorar TU FAVOR, para que seamos militantes, siempre TESTIGOS DE TU AMOR.
Señor, Dios de la PAZ, en esta jornada mundial por el trabajo DECENTE, queremos expresar NUESTRA ALABANZA por todas las acciones y decisiones tomadas a favor de la protección social de los trabajadores y trabajadoras. Ayúdanos a saber reconocer los SIGNOS de TU ESPÍRITU.
Señor, Tú el Dios del AMOR, en esta jornada mundial por el trabajo DECENTE, queremos contarte NUESTRA ESPERANZA por un mundo mejor donde cada trabajador y trabajadora pueda recibir un salario básico que le permita vivir con dignidad. Apoya a los que toman las decisiones económicas, políticas o sindicales para que sean PROFETAS en este mundo que amas.
Junto a todos los creyentes del mundo, queremos decirte: PADRE NUESTRO…. ¡DEJA QUE VENGA TU REINO!
CONSILIARIO DEL MMTC - BERNARD ROBERT
Lamentablemente, el trabajo actual retrocede aún más con la negación de los derechos laborales, el deterioro de la democracia, la violación de los derechos humanos, la negación de la justicia social, el rechazo del pluralismo, la eliminación del secularismo, el fomento del odio político y el mantenimiento del fundamentalismo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó recientemente como objetivo estratégico mejorar la cobertura y la eficacia de la “protección social para todos”, centrándose en la seguridad de los ingresos con atención en los pobres. Esto requiere identificar medios rentables y equitativos mediante los cuales la protección social pueda extenderse a todos los grupos. Y es necesario centrarse en brindar protección social a todo el sector informal. La perspectiva del “trabajo decente” resume las aspiraciones de las personas en su vida laboral. Implica oportunidades de trabajo productivo al proporcionar un ingreso justo. Requiere seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, a través de mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social. Requiere libertad para que las personas expresen sus preocupaciones, se organicen y participen en las decisiones que afecten sus vidas y la igualdad de oportunidades y de trato para todas las mujeres y hombres. En noviembre de 2018, la OIT dijo que el 31% de los trabajadores indios trabajaban en condiciones insalubres, mientras que alrededor del 41% estaban mal pagados, colocando a India en el puesto 19 de 22 países de la región de Asia.
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